lunes, 22 de marzo de 2010

EL LIDER DE LA MANADA.

...será nuestro amigo por siempre, siempre, siempre. Rudyard Kipling


Por el Dr. Arsenio Menchero Sánchez







Así titula César Millán uno de sus libros. Pero el mismo César Millán dice “rehabilito perros, adiestro personas”. Porque realmente, este autor no es un adiestrador, ni lo pretende, porque todas sus acciones se basan en el establecimiento de la jerarquía, porque su más que controvertida filosofía se basa en el único principio de que para que el perro alcance su bienestar ha de establecerse un equilibrio entre ejercicio-orden jerárquico–afecto, en un porcentaje de 70, 20 y 10 por ciento respectivamente.



Según “el encantador de perros”, es suficiente mantener esta armonía para que el perro se integre adecuadamente en la “manada” familiar, a través de realzar la importancia de la figura del líder: líder admirado, frente a gerente temido. Pero, aunque tal vez no sea del todo desacertada su opinión, alcanzar esta meta no es suficiente, motivo por el cual quizás haya recibido un buen número de críticas de diferentes adiestradores profesionales.



Puede que el perro que no sale del entorno de su vivienda cotidiana tenga bastante con este entrenamiento elemental, pero aquel que ha de cambiar de ambiente necesita una mayor preparación, pues para que se comporte de acuerdo con las reglas sociales es ineludible que obedezca, es necesario que esté adiestrado.



El adiestramiento básico, a través de cuatro ejercicios (acudir, caminar al lado, permanecer quieto sentado o tumbado) permite que el perro someta su voluntad a los deseos del instructor, aunque es error común suponer que el fin perseguido es la realización obediente de estas habilidades que no son sino la excusa para conseguir un propósito superior: la integración sin traumas del perro en la sociedad de humanos en la que le toca vivir.



Adiestrar es enseñar y enseñar equivale a exponer el conocimiento. El buen profesor permite al alumno escoger de forma voluntaria la mejor alternativa para él. El secreto cuando se adiestra es hacer entender al perro que la opción que se le presenta es precisamente la que le conviene.



Los modernos adiestradores, que se autodenominan cognitivos, defensores del llamado “método natural”, reniegan de la presión para distanciarse de los sistemas tradicionales de entrenamiento canino, se oponen a cualquier tipo de fuerza física durante el proceso de trabajo y se escandalizan ante el uso de herramientas tales como collares de anillas, de púas o eléctricos.



Hasta aquí estamos de acuerdo. Durante la fase de enseñanza hay que explicar, porque el aprendizaje es un proceso activo que implica comprensión y la comprensión lleva a la solución. La imposición, en cambio implica limitación de las posibilidades efectivas.



Pero no basta con enseñar los ejercicios. No es suficiente con que el perro los haya asimilado. Para que los comportamientos aprendidos se realicen con firmeza es preciso que exista compromiso y éste debe ser superior al estado de ánimo o sólo se trabajaría cuando se estuviera en un buen momento.



Los adiestradores cognitivos olvidan que en la naturaleza hay presión, que los seres humanos nos autopresionamos diariamente, que el compromiso que rige nuestras vidas es una forma voluntaria de coacción y que la obligación en sí no necesariamente ha de suponer un conflicto.



Con el verdadero adiestramiento el instructor enseña a su perro a elegir pero también a manejar las influencias ambientales desagradables. Su labor no se limita al desarrollo de conductas más o menos complejas, sino que se extiende a que el perro supere dificultades, a que disfrute trabajando, a que se mantenga en la acción hasta el final, mejorando así su autoestima y sintiéndose más fuerte.



Actualmente se ha impuesto un nuevo sistema en las empresas referido a un estilo particular de liderazgo que involucra tanto al superior como a su subordinado y que implica la mejora en las destrezas del equipo: se trata del coaching. Pues bien, esta metodología puede aplicarse perfectamente al adiestramiento moderno, pues permite que hombre y perro se beneficien mutuamente del proceso de entrenamiento, mejorando su vínculo a través del respeto recíproco.



Sólo trabajando así, haciendo coaching canino, se consigue una sólida preparación encaminada a alcanzar cotas más altas, únicamente de esta manera se logra que el perro, que ha aprendido a manejarse inmune a distracciones de todo tipo, realice complejos trabajos de utilidad social. De esta forma se establecen los cimientos del perro entregado en cuerpo y alma, sea de asistencia, de rescate o de policía, pero siempre formando un sólido equipo con su guía, su verdadero líder.