domingo, 8 de noviembre de 2009

RASTREO CON CORREA TENSA



Los Reglamentos de Rastreo deportivo de SchH y R.C.I. exigen que el perro siga la pista con intensidad, concentración y precisión, manteniendo una velocidad uniforme durante todo el recorrido.

Aunque el Reglamento no especifica el grado de tensión que ha de mantenerse en la correa, contempla como penalizables aquellas intervenciones del guía que puedan implicar una ayuda para el perro, especialmente las encaminadas a impedir que éste se salga de la pista. O dicho de otra forma, en general, los aumentos de tensión de la traílla ocasionan pérdida de puntos. Por ejemplo, se considera ayuda retener al inicio del rastro a un perro con tendencia a correr para, más adelante, aflojar la correa. Y también sujetar en un ángulo al perro que rastrea previamente con la correa colgando.

Por el contrario, un ejemplar que disminuya su apoyo en la traílla al enfrentarse a una dificultad perderá menos puntos pues no se considera que haya sido ayudado por su conductor.

Así pues, en el curso de una Prueba de Trabajo, la velocidad de búsqueda deberá ser autorregulada por el perro o controlada por su guía. Analicemos los parámetros a tener en cuenta en el adiestramiento con respecto a los apartados que valorará el juez y la manera de construir el trabajo para conseguir nuestro fin.

El primer objetivo de la enseñanza del rastro es generar impulso de búsqueda. Para ello resulta útil el empleo de comida apetitosa (trocitos de carne cocida, hígado, pollo o salchichas), dispuesta sobre las pisadas. Así, el perro aprende a asociar el olor de la pista con el refuerzo alimenticio y también que, para comer, ha de ir sobre el sendero de olor dejado por el trazador. A medida que aumenta su experiencia mejora su precisión en el trabajo.

Para que el perro realice su trabajo sin interrupciones es muy importante que mantenga la atención de principio a fin. Para ello, especialmente durante las primeras sesiones, el adiestrador debe evitar en la medida de lo posible las interferencias ambientales, escogiendo parajes apartados, libres de ruidos, de tráfico, de animales, etc.. Del mismo modo, debe infundir tranquilidad en el perro hablándole con bajo volumen de voz y moviéndose con lentitud y sin prisas.

A lo largo de los sucesivos rastros irá creciendo la motivación del perro, de forma que el guía podrá enseñarle progresivamente a desdeñar estímulos cada vez más intensos, manteniendo en todo momento el interés por la búsqueda y, por tanto, la concentración durante el trabajo.

La velocidad de búsqueda puede trabajarse de dos maneras:


*CON LA CORREA FLOJA.

El objetivo a alcanzar es que el perro se condicione a mantener por sí mismo un ritmo regular durante todo el trazado.

1.- FASE DE INSTINTO.

Se trabaja a través del Instinto de Caza, regulando la velocidad del perro mediante la secuencia de colocación de comida en las pisadas.

· En los primeros rastros, con estímulo presente, depositando alimento en cada pisada.
· Luego, ya siempre bajo esperanza de refuerzo, con intervalo fijo mayor (cada tres pisadas, cada seis, cada nueve, cada doce, etc).creciente en cada rastro, dependiendo del ímpetu de cada ejemplar
· Mas adelante con intervalo variable creciente, en el mismo rastro (tres, seis, nueve, doce, etc).
· Después, con secuencia irregular, en el mismo rastro.
· Finalmente, con sólo algún trozo de comida, dispuesto aleatoriamente en la pista.

Durante esta fase de instinto la correa se mantiene en todo momento sin tensión. La velocidad de avance se manipula a través del diseño del trazado (rectas, curvas, ángulos) y de la colocación de comida en las pisadas (si el animal tiende a ir rápido, se dispone el alimento cada pocos pasos, trabajando con intervalo fijo, de forma que tenga que frenarse para comer). De esta forma, se incrementa el impulso instintivo al tiempo que el perro se acostumbra a rastrear sin ayuda del preparador, manteniendo la velocidad adecuada.

2.- FASE DE PRESIÓN.

En general, cuando el adiestrador plantea una situación que hace sentir a su perro presionado, ha de ser capaz de enseñarle a resolverla también bajo presión. Sólo de esta forma le instruirá para solucionar conflictos, lo cual madurará su personalidad.

Aunque el condicionamiento de la velocidad haya sido cuidadosamente realizado en la fase de instinto, llegará un momento en que el perro se apresure en la pista, en aquellos tramos en que no exista alimento que lo frene. Entonces, el guía se verá obligado a aminorar la velocidad a través de la aplicación de presión pasiva, en forma de tironcitos de correa. El problema es que la presión pasiva disminuye la apetencia instintiva y, por tanto, el impulso de búsqueda.

Los ejemplares de calidad, dotados de un alto impulso de rastro y de un temple adecuado, quizás al principio de sentirse forzados, se mostrarán inquietos y aumentarán su ritmo, pero, a largo plazo, un trabajo metódico les permitirá canalizar correctamente la presión y restaurarán la velocidad de costumbre. El hecho de aprender a superar dificultades aumentando la intensidad de la búsqueda les enseñará a trabajar sobre el Instinto de Supervivencia y les permitirá progresar hasta alcanzar un alto nivel de especialización.

Pero para algunos perros, ésta puede ser una etapa difícil de superar. Aquellos ejemplares de menor dureza e impulso instintivo pueden entrar en conflicto, disminuyendo su interés por rastrear y realizando un rastreo superficial o, incluso, interrumpiendo la búsqueda. En estos casos, la solución del problema, a corto plazo, sólo estará al alcance del adiestrador experto y sensible. Aún así, a largo plazo, quedará un poso de presión que truncará el futuro deportivo de un buen número de ellos.


*CON LA CORREA TENSA.

En este caso las referencias están completamente cambiadas. El conductor es quien regula la velocidad, permitiendo avanzar al perro apoyado en la correa, sólo mientras se encuentre en pista. Si se sale del trazado, la correa se destensa, y habrá de trabajar por sí mismo, sin ayudas.

Las ventajas de este sistema son evidentes.

Reteniendo al perro con la correa, es el guía quien mantiene la velocidad adecuada de búsqueda sin necesidad de que sea el perro quien la regule.
El perro que presenta un escaso impulso de búsqueda, al sentirse retenido, acumula energía en la correa y encuentra aumentado su deseo por avanzar, en esperanza de refuerzos alimenticios.
La presión pasiva (tirones del collar) se reserva para el marcaje de objetos, con lo cual no se disminuyen las ganas de rastrear.
El perro flojo de nervios aumenta su confianza al sentirse unido a su guía por medio de la correa.
El perro nervioso se tranquiliza al ser sujetado por el conductor.
El perro que, habiendo sido trabajado con la correa sin tensión y, llegada la fase de presión, sea incapaz de auto controlarse y desee escapar corriendo o levantando la cabeza, al someterse a este sistema, cuanto más tire de la correa fija a su collar y pasada bajo su cuerpo, más bajará la nariz. Quizás sea la única manera de hacerle volver a rastrear.
Un perro condicionado de esta forma destensará la correa cuando se encuentre fuera del sendero de olor, lo cual le hará sentirse inseguro. Por ello, tendrá menor tendencia a alejarse de la pista o a sobrepasar los ángulos cuando se pierda. En una Prueba de Trabajo, el juez no podrá penalizar al guía por ayudas.


CONCLUSIONES

Quien ha realizado rastros de 100 puntos con la correa destensada o, incluso, sin correa, podrá pensar que no tiene sentido desarrollar un sistema basado en el apoyo en la traílla. Yo he trabajado durante años sin retener a los perros. Y es evidente que el talento es innato. Los perros que carecen de él no lo tendrán jamás, se trabajen como se trabajen. Sin embargo, actualmente, soy de la opinión que a los perros de calidad no se les perjudica reteniéndoles y, sin embargo, sujetando a los ejemplares de instinto algo escaso se les facilita enormemente la progresión en esta disciplina.